¡Qué frío! me dices. Aún no te has ido y ya te estoy echando de menos. Esa es la letra de una canción y esta tarde, por vez primera, la estoy entendiendo.
Yo, por mi parte, te confieso lo que me está pasando. Me refiero a esa sensación que logré, por fin, aislar este verano. Acuérdate. Fue el día en que descubrí que el diccionario no siempre era suficiente. El día en que empecé a inventar palabras.
Pero tú, que me entiendes como nadie, que me conoces mejor que nadie, me convences de que estamos en el lugar correcto.
Tú, que sabes que tengo miedo, me pides que no me preocupe. Y me aseguras que nada puede salir mal.
No, al menos, esta noche.
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