Hay un fin que es término y que a mí –ya lo he dicho- no me gusta nada.
Hay otro fin que es límite, el último pedazo de tierra firme. El lugar donde me encuentro.
Y está, por fin, el fin que es motivo, la razón de haber llegado hasta aquí y la razón de querer quedarse.
El motivo es mi próximo cuento. Se titula “la historia del fin del mundo”. No está previsto que la publique en breve, más que nada porque se trata de una historia que se escribe a cuatro manos y en la que cada día surge un nuevo capítulo.
Lo que sí puedo asegurar es que se parece mucho a un cuento de Saramago que leí hace tiempo pero que nunca se me olvida. Es un cuento de islas (como no) y ahí os regalo un trocito:
Rey: ¿Y tú para qué quieres un barco, si puede saberse?
Hombre: Para buscar la isla desconocida.
Rey:(Disimulando la risa, como si tuviese enfrente a un loco de atar, de los que tienen manías de navegaciones, a quien no sería bueno contrariar así de entrada) ¿Qué isla desconocida?
Hombre: La isla desconocida.
Rey: Hombre, ya no hay islas desconocidas.
Hombre: ¿Quién te ha dicho, rey, que ya no hay islas desconocidas?
Rey: Están todas en los mapas.
Hombre: En los mapas están sólo las islas conocidas.
Rey: Y qué isla desconocida es esa que tú buscas.
Hombre: Si te lo pudiese decir, entonces no sería desconocida.
Rey: (Ahora más serio) ¿A quién has oído hablar de ella.
Hombre: A nadie.
Rey: En ese caso, ¿por qué te empeñas en decir que ella existe?
Hombre: Simplemente porque es imposible que no exista una isla desconocida.
(La foto es de anoche)
Y en ese cuento, ¿cuál es la acepción de fin?
ResponderEliminarY bueno, con esta poesía llega el fin de febrero!! jejeje
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