Si me duele la garganta y voy al médico y me dice que es vírico y que no necesito antibióticos no me lo creo.
Si, por eso, vuelvo por la tarde a otro médico y le digo que me mire también los oídos, y que me ausculte y me dice que es vírico, que es normal con tanta lluvia y que no, que no necesito antibióticos, tampoco me lo creo.
Pero si, mientras el médico escribe su receta, miro en su cuaderno y veo que he sido el paciente número cuarenta y cuatro de esta tarde, me aferro a mi teoría de la buena suerte de los números capicúas y entonces, ya sí, estoy completamente seguro de que pronto me sentiré mucho mejor.
Por cosas así –no por otras- me declaro poeta.
Entonces, ¿tu próxima propuesta cae en capicúas? jeje
ResponderEliminar(te dejé respuesta debajo de tu comentario ;))
Me quedo este poema.
ResponderEliminarSi está dedicado, es para mí (para siempre).