jueves, 23 de septiembre de 2010

75. ENFERMO


A veces enfermo de silencio.

Primero oigo un golpe seco,
que me cierra la puerta por dentro.

Después, siempre es lo mismo:

incapaz de pronunciar palabra
contemplo una vez más
cómo se apagan, una a una,
todas las luces de la casa.

martes, 31 de agosto de 2010

74. LO QUE YA NO SIRVE.


Hace tiempo que atesoro una nueva afición. En la cola del supermercado busco por el suelo las listas de la compra de los que ya han pasado por caja.

Me encanta observar la variedad de papeles o cartones en los que la gente las escribe. Las abreviaturas, los tachones, las faltas de ortografía. Las diferentes formas para referirse a un misma cosa.

Me imagino, entonces, a la persona que las escribe. Valoro, por los productos, si lleva o no una alimentación equilibrada, si tiene una mascota o si hay niños viviendo en casa. Pienso en si habrá olvidado algo y tendrá que volver mañana.

Esto, en el fondo, me produce mucha pena. Siempre aparecen tiradas por cualquier lugar, pisadas por otros compradores. La costumbre de desprendernos de lo que ya no sirve.

Por eso las recojo. Me las meto en el bolsillo y, cuando llego a casa, las tiro en la papelera.

miércoles, 18 de agosto de 2010

73. MIENTRAS TANTO CÓGEME LA MANO.


Pocas veces empiezo y termino un libro en el mismo día. Eso sólo ocurre si el libro es muy corto o, aunque extenso, capaz de moverme algo por dentro.

Mientras leo en la cama, mi hermana en la cocina prepara dos tortillas de patata para la cena. Por la ventana veo a mi padre trastear, como muchas tardes, en la habitación donde guarda las cañas de pescar. Y del salón me llega la risa de mi sobrino, que aún no tiene un año y medio, y que aprende con mi madre a encajar las piezas de su puzzle de madera.

Cuando termino el último poema, el olor de la cebolla friéndose se ha extendido ya por toda la casa y es entonces cuando entiendo esa sensación del tiempo detenido a la que se refiere el poeta.

Hasta aceptar, con más o menos naturalidad, que pronto, también nosotros, habremos desaparecido.

martes, 3 de agosto de 2010

72. LA RUTA PNPE 23



A dos mil quinientos metros de altura el frío.
Piedras, pájaros y alguna flor.

A dos mil quinientos metros de altura no hay casi nada.
Sólo lo importante
.

miércoles, 21 de julio de 2010

71. SIN TÍTULO.

A veces pienso en el título de un texto
antes incluso de haberlo escrito:

la historia del niño que cazaba grillos,
el verano en que leí Rayuela,
o está el títere tiritando de frío.

A veces pienso que pierdo el tiempo

distrayéndome en las reuniones,
restando a mis noches horas de sueño

inventando títulos de historias
que probablemente nunca escriba.

lunes, 28 de junio de 2010

70. LA FELICIDAD, OTRA VEZ.


Cada vez que soy feliz, lo primero que hago es ser consciente de que lo estoy siendo. Por ejemplo, cada año, cuando ya muy entrada la primavera cambio la ropa de invierno por la de verano, me digo que ser feliz es mudar las cosas del armario. O cuando, en la frutería, me doy cuenta de que ha empezado la época de los nísperos, me digo que ser feliz es comer la fruta de temporada.

Yo creo que esto tiene una explicación y es que cada día me cuesta más trabajo. No me refiero a identificar esos momentos, sino a vivirlos. Y aunque no debería confesar estas cosas -para no destacarme demasiado- puede ser que no sea yo el único al que le pasen.

La última vez acaba de ser. Estaba partiendo aceitunas negras en rodajas para echárselas al taboulé cuando me he dicho que ser feliz es exactamente eso. Esperarte, mientras preparo la ensalada de cuscús para la cena.

sábado, 26 de junio de 2010

69. MI BARRIO (III)



Una tarde al año mi calle cambia.

Todo empieza lejos con una música
seguida de unas mujeres en moto
con pantalones y el pelo muy corto.

El pitido del claxon de las motos
despierta a más de uno de la siesta
que se asomará detrás del visillo
para saber qué es lo que está pasando.

Decenas de muchachos en camiones
- como si de una carga se tratara-
tapados apenas con un slip
saltan, sudan, beben, cantan, y gritan:

¡En esa ventana hay una lesbiana!

¡En ese balcón hay un maricón!

Mis vecinos se sienten ofendidos
se tapan los ojos para no ver
le echan la culpa de todo al Gobierno
y recuerdan que esto antes no pasaba.



Foto: Mi calle, esta tarde.