Algunas veces viajo por motivos laborales.
Si voy a Madrid suelo encontrarme con gente que, más o menos, hace las mismas cosas que hago yo. Esos días, además, me gusta retrasar el tren de regreso y quedarme un rato más dando rienda suelta a mis adicciones. Ya sabéis, básicamente: librerías, almonedas, salas de exposiciones y ferreterías de las de toda la vida.
Pero si voy al sur, puede ser que me encuentre con un par de chicos de mi edad jugando en la playa. Juegan al fútbol a la misma hora en la que yo habito un despacho en el que no entra la luz del sol.
Entonces me viene a la memoria la Canción de Invierno y de verano de Ángel González y me animo a recordar que hoy queda un día menos para que llegue el próximo invierno.
No hay comentarios:
Publicar un comentario