Mientras miles de haitianos deambulan, medio muertos, por las noches de Puerto Príncipe, nosotros dormimos la siesta.
Mientras miles de haitianos se descomponen, ya muertos, por las calles de Puerto Príncipe, mi semen se descompone en tu pecho.
Y aunque el enviado especial asegura que Haití ya no existe, tu abrazo, como ayuda humanitaria, alivia la tarde de este domingo.
Demasiado fuerte, ¿no?
ResponderEliminarEstá muy bien.
Dejaste atrás, hace muuuuuuchos poemas, eso de ser poeta en prácticas.
ResponderEliminarTan breve y tan jodidamente amargo.
ResponderEliminarMe gusta mucho este poema de supervivencia cotidiana . Casi lo titularía humanidad.
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