Veo que la última entrada de este blog es de hace veintinueve días. Llevo, entonces, veintinueve días queriendo escribir en este blog. Cada día por una razón diferente. Incluso por razones diferentes cada día. Son cosas hermosas que me pasan. Me pasan, además, con una pasmosa naturalidad. Como si me lo mereciera todo. Cada día. En cualquier lugar.
No escribo esto para dar envidia (que nadie gaste su tiempo envidiándome). Lo hago, más bien, para poner el contador a cero. Para seguir caminando con los brazos abiertos.
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