sábado, 9 de noviembre de 2013

290. CONSTANTIN.

Yo, tan inclinado a mirar por los márgenes, pensaba que la puesta en escena de aquel hombre que pedía en mi ciudad con un cartel gigante era insuperable.

Pensaba, digo, hasta que encontré a Constantin, un chico rumano que pedía en la calle mayor con un cerdo entre sus brazos. Un chico, que me dejó sacarle una foto y que no me pidió nada a cambio.

2 comentarios:

  1. Cada día que recuerdo que existe tu blog me quedo un ratito pillada leyendo. Es precioso, así que gracias!

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  2. Muchas gracias Ana. Viniendo de quien viene, considero tu comentario muy especial. Un abrazo y bueno, ya sabes. Por aquí andaremos.

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